La infancia del Pernales. En un ambiente desolador de miseria y pobreza, el 23 de julio de 1879 nació el Pernales en Estepa, un pueblo de Sevilla , siendo bautizado cuatro días más tarde en la iglesia de Santa María con el nombre de Francisco de Paula José Ríos González.«En la villa de Estepa diócesis y provincia de Sevilla, a veintisiete de julio de 1.879, yo, don Manuel Téllez, Presbítero, con licencia de don Joaquín Téllez, cura propio de la Iglesia Parroquial de Santa María de la Asunción la Mayor, de esta villa, bauticé solemnemente a un niño que nació a las seis de la mañana del día veintitrés del actual, calle Alcoba, número diez, perteneciente a esta feligresía, hijo de Francisco Ríos Jiménez, jornalero, y de Josefa González Cordero, casados en esta parroquia en mil ochocientos setenta y uno. Abuelos paternos, Juan Ríos y Florencia Jiménez; maternos, Francisco González y María de la Asunción Cordero. Se le puso por nombre Francisco de Paula José. Fue su madrina María de los Dolores Ortiz, casada, a la que advertí el parentesco espiritual y obligaciones contraídas. Fueron testigos D. José Valenzuela Silva y Rafael Galván Gómez, todos naturales y vecinos de esta villa. En fe de lo cual firmamos fecha ut supra. Joaquín Tellez.- Manuel Téllez. (Archivo Parroquial de la Iglesia de Santa María. Tomo 29 Folio 167)»
A los diez años trabajaba de cabrero con su padre en Calva, luego regresan a Estepa. De nuevo en su casa, trabajan donde pueden. Si les falta trabajo y el hambre arrecia dedican el tiempo a merodear por los alrededores, así que tuvieron que cometer algunos robos a los vecinos del campo, con lo que tuvieron algunos encuentros con la Guardia Civil. En alguno de estos encuentros la guardia Civil le sorprende en el momento del robo y le propinan a su padre un fuerte culatazo, que a causa del golpe, muere días después, así empezaron a ganarse un feroz enemigo.
En poco tiempo abandona el trabajo y cae de lleno en el mundo del delito cometiendo pequeños robos. Ayuda a varios bandoleros entre ellos a su tío, Antonio Ríos, "el Soniche", y sirve en más de una ocasión como corredor de rescate en los secuestros, así empieza su aventura como bandolero. Tiene ya veintiún años y está lleno de vicios.
El 25 de diciembre de 1901 se casó en la iglesia de Santa María de Estepa con María de las Nieves Pilar Caballero, con la que tuvo dos hijas, aunque años más tarde ésta lo abandonó al parecer por los malos tratos que recibían ella y sus hijas del Pernales.
« En la ciudad de Estepa, diócesis y provincia de Sevilla, a veinte y cinco de diciembre de mil novecientos y uno, yo, don José Ramos Mejías, cura propio de esta iglesia parroquial de Santa María de la Asunción. la Mayor y Matriz, desposé y casé por palabras de presente, que hicieron verdadero y legítimo matrimonio a Francisco de Paula José Ríos, de estado soltero, jornalero, de edad de veintitrés años, hijo legítimo de Francisco Ríos Jiménez, difunto, y de Josefa González Cordero, juntamente con María de las Nieves Pilar Caballero, también soltera, de edad de veinte y siete años, que vive en la calle Dehesa, número treinta y dos, hija legítima de Manuel Caballero Fernández y de María del Carmen Páez González. Confesaron y comulgaron, fueron aprobados en doctrina cristiana y amonestados en tres días festivos, según y como lo dispone el Santo Concilio de Trento, en esta Iglesia Parroquial, de cuyas proclamas no resultó impedimento alguno canónico, habiendo precedido el oportuno consejo favorable de sus padres y todos los requisitos necesarios para la validez y legitimación de este Sacramento, siendo testigos a dicho desposorio D. Francisco Juárez de Negrón y D. Manuel García Gómez, todos naturales de esta ciudad.En fe de lo cual lo firmo fecha ut supra.-José Ramos. (Archivo Parroquial de la Iglesia de Santa María de Estepa. Libro 16, Folio 260, Número 5 En la ciudad de Estepa, diócesis y provincia de Sevilla, a veinte y cinco de diciembre de mil novecientos y uno, yo, don José Ramos Mejías, cura propio de esta iglesia parroquial de Santa María de la Asunción. la Mayor y Matriz, desposé y casé por palabras de presente, que hicieron verdadero y legítimo matrimonio a Francisco de Paula José Ríos, de estado soltero, jornalero, de edad de veintitrés años, hijo legítimo de Francisco Ríos Jiménez, difunto, y de Josefa González Cordero, juntamente con María de las Nieves Pilar Caballero, también soltera, de edad de veinte y siete años, que vive en la calle Dehesa, número treinta y dos, hija legítima de Manuel Caballero Fernández y de María del Carmen Páez González. Confesaron y comulgaron, fueron aprobados en doctrina cristiana y amonestados en tres días festivos, según y como lo dispone el Santo Concilio de Trento, en esta Iglesia Parroquial, de cuyas proclamas no resultó impedimento alguno canónico, habiendo precedido el oportuno consejo favorable de sus padres y todos los requisitos necesarios para la validez y legitimación de este Sacramento, siendo testigos a dicho desposorio D. Francisco Juárez de Negrón y D. Manuel García Gómez, todos naturales de esta ciudad.En fe de lo cual lo firmo fecha ut supra.-José Ramos. (Archivo Parroquial de la Iglesia de Santa María de Estepa. Libro 16, Folio 260, Número 5)»
El bandolero
Parece ser que en un principio se le empezó a llamar Pedernales debido a la dureza de sus sentimientos, como así demostró con sus hijas a las que se dice que quemó molestado por su llanto «Su hija, que cuenta diez meses de edad, no deja de llorar, impidiendo a su padre conciliar el sueño. Trata éste de hacerla callar y no lo consigue. Molesto por su insistencia, se levanta furioso y la zarandea. Sólo consigue que arrecie en su llanto. Desesperado, se acerca a la lumbre que arde en el hogar. Mete los dedos en el bolsillo del chaleco y echa en las brasas una moneda de cobre de diez céntimos. Cuando juzga que está bien caliente, la retira con la tenaza. Levanta a continuación las ropitas de la criatura y coloca en la desnuda espalda la moneda candente.¡Toma! -dice-, para que llores con motivo. Esto llega a saberse en Estepa, no obstante, vuelve a repetirlo, tres años después, con su segunda hija, Josefa, que ha nacido el 25 de julio de 1904.el motivo es el mismo. Irritado por el llanto, que no encuentra forma de callar, va aplicándola, poco a poco, en distintas partes de su cuerpecito, la implacable matando al dueño del cortijo de Hoyos, cerca de La Roda, que al parecer había intentado envenenarlo junto a su tío el Soniche y otro miembro de la banda.
Comienzan los asaltos en los cortijos y a exigir dinero a las gentes adineradas, unido a otros bandoleros, ,Antonio López Martín el Niño de la Gloria y Juan Muñoz el Canuto, a los que se uniría más tarde Antonio Sánchez el Reverte. Los tres están cansados de tantos hurtos menudos, y también de prestar apoyo a quienes con el mismo riesgo se llevan buenos miles de pesetas. Deciden, pues, erigirse en partida. El jefe será "el Pernales". No les es difícil hacerse con armas y caballos. Y como de osadía están sobrados, hechanse al campo. De momento, tratan de probar suerte con un robo vulgar, el cual van a convertir, por su perversidad, en un hecho repugnante e indigno.«Todo sucede en una tarde primaveral del año 1.905. Al punto está de caer el sol cuando los tres maleantes se presentan en un cortijo del término de Cazalla. Descabalgan, atan a la puerta los caballos y entran en la casa, con aire dominador. Sin más, piden de cenar. Los cortijeros, que saben muy bien con quién se las ven, les sirven abundantes provisiones. En alegre conversación, los bandidos van dando cuentas de ellas con apetito. "El Pernales" no deja de mirar descarado a la mujer cada vez que ésta se acerca a la mesa. Con el último trago de vino "El Canuto" reparte puros. Mientras los encienden, Francisco hace aproximarse al cortijero. Con el gesto duro, pronunciando lentamente las palabras, sin apartar los ojos del cigarro, cuyo fuego trata de avivar con fuertes aspiraciones, le conmina amenazador para que le entregue todo el dinero que tenga. El pobre hombre, atemorizado, obedece. A "El Pernales" le parece insuficiente lo que trae. Mírale con sorna y dice que él sabrá buscarlo donde se encuentre. A continuación, ordena a "el Niño de la Gloria" y a "el Canuto" que amarren fuertemente a aquel testarudo y le pongan a buen recaudo. La mujer piensa que van a matarlo y grita. Una mirada de "el Pernales" la hace enmudecer. El hombre intenta, con quejumbrosa quejas, mover a compasión a los bandidos. Estos ni le escuchan. En un instante se ve maniatado. Seguidamente le conducen a empujones escaleras arriba, hasta el desván, donde le encierran con llave.Su esposa presencia llorosa el atropello. Mientras "el Canuto" la vigila, los otros dos recorren el cortijo en busca de dinero. Cuando terminan, "el Pernales" se dirige codicioso a la cortijera. Hay en sus ojos azules un ardoroso deseo. La mujer, al mirarle, comprende al punto cuanto se propone. Despavorida, elude sus brazos y corre hacia sus habitaciones. Los malhechores la siguen. Cuando entran la ven de rodillas junto a la cuna de un niño dormido. Atrayéndolo hacia sí, busca protegerlo. Esta tierna actitud no les detiene. "El Pernales" se acerca y solicita cínicamente, con rudas y sucias palabras, sus favores. Ella se niega enérgica. Con gesto de asco, le arroja al rostro unos insultos. "El Pernales" los recibe como un salivazo. Frunce las cejas y aprieta los labios con ira. Responde a ellos arrojándola violentamente al suelo. Rápido, saca de entre la faja una navaja y la abre. Acto seguido se apodera del niño, que rompe a llorar. Lo suspende con su manaza por la nuca y coloca en su tierno cuello la afilada hoja.-¡O te entregas o lo degüello!La mujer, caída como está, queda paralizada por el terror. Brillan sus ojos, llenos de lágrimas. A través de ellas presencia, transida de dolor, la increíble escena. Consigue al cabo pronunciar unas palabras, implorando piedad. Le salen trémulas, partidas por frecuentes sollozos. Llora con desesperación. Su cuerpo tiembla, sacudido por un ataque nervioso. Impotente, golpea el suelo con los puños. Quiere arrastrarse con trabajo hasta los pies del bandido, pero siente que las fuerzas la abandonan y queda desvanecida."El Pernales" suelta a la criatura en la cuna. Mientras la oye indiferente deshacerse en llanto, levanta a la mujer y la deposita en el lecho matrimonial. Con furioso ardor desgarra sus ropas. La presencia de la carne morena le enardece. Y despiadadamente, brutalmente, como una fiera, sacia en el cuerpo indefenso su apetito. "El Canuto" y "el Niño de la Gloria" le imitan después, consumando el vil ultraje.Así, de esta indigna manera, como ladrones y violadores, inician "el Pernales" y sus compañeros la vida bandolera. Aparte de otras consideraciones, ahí queda este dramático suceso para que algún estudioso de la antropología criminal pueda sacar interesantes consecuencias sobre el efecto afrodisíaco que el delito ejerce, como imagen motriz, excitadora de la sexualidad.El producto del robo es de doce mil seiscientas pesetas, en billetes y metálico, una escopeta antigua, dos mantas de lana y una arroba de morcillas. Después de cometido, los tres bandidos abandonan el cortijo. Durante varias horas cabalgan silenciosos en la noche. Se dirigen a Estepa en busca de refugio. Antes de llegar se detienen un momento. Han oído ruido de caballos. De pronto ven entre las sombras las siluetas inconfundibles de los tricornios. La Guardia Civil, que también ha advertido su presencia, les da el alto. "El Pernales" y los suyos vuelven grupas y se alejan al galope. Suenan varios disparos por ambas partes. Finalmente, los bandidos logran huir. »
Solían actuar por los campos de Marchena, Puebla de Cazalla, Osuna, La Roda, Santaella, Lucena, Morón, Ecija y todo el valle del río Genil. El diario contacto con gañanes y gente humilde, víctimas de injusticias permanentes, hacía que estas gentes le solicitasen de vez en cuando alguna ayuda a lo que él no rehusaba. Incluso solía repartir algunos cigarros y algún duro entre los campesinos que se cruzaba por los caminos, de donde tal vez le venga la fama de repartir el dinero entre los pobres. A cambio éstos le prometían fidelidad y veían en él un aliado contra los ricos, un defensor de sus derechos, además de saber que si lo traicionaban su venganza sería terrible.
"El Pernales", pues, continúa, a lo largo de meses, cometiendo numerosas fechorías en compañía de sus secuaces. Más que robar, lo que hace es pedir dinero bajo terribles amenazas. Y como en todo momento lo solicita de quien puede dárselo, el temor a la pérdida de unas caballerías, al destrozo de una cosecha o al incendio de una finca hace a los propietarios transigir.
En una de sus tantos robos "El Pernales", "el Niño de la Gloria" y "el Canuto" son esposados. Seguidamente, el teniente, con dos parejas, les conduce al depósito municipal de la Campana, donde deberán pasar la noche, en espera de ser entregados, con el nuevo día, al juzgado correspondiente y no se sabe como lograron escapar y se refugian en El Rubio, es allí donde conoce a una mujer de poco más de veinte años llamada Concha Fernández Pino, vecina de éste, por la que es correspondido. Pero ante el aumento de guardias civiles en la zona decidió cambiar de ambiente y empezar a operar en la provincia de Málaga. Con todo lo dicho, la fama de "el Pernales" se extiende por la comarca entera, salta al resto de Andalucía y llega a Madrid y a otras ciudades. Pocos ignoran allí su nombre. La presencia constante de la partida en caminos, pueblos y cortijos, dejando un reguero de delitos, comienza a preocupar a las autoridades. Ante las innumerables denuncias por tantas fechorías impunes, se ven en la necesidad de enviar nuevas fuerzas contra él, cambian de provincia cada dos o tres días. y a veces, en uno solo aparecen en dos distintas. Esta vez la cuadrilla cabalga completa. Van con "el Pernales" "el Niño de la Gloria", "el Reverte", "el Canuto" y un nuevo elemento, llamado Pedro Ceballos, a quien apodan "el Pepino". Pronto contará con otro miembro más.Durante el asalto que efectúan juntos a una finca del término de Arahal, cerca de Sevilla, uno de los gañanes que trabaja en ella llamado Antonio Jiménez, pero todos le dicen "el Niño de Arahal, se ofrece a ir con ellos. . Sin embargo la buena suerte que habían tenido los bandidos hasta ahora, se acabo el 31 de mayo de 1907 al ser sorprendidos por la Guardia Civil entre los pueblos de Alcolea y Villafranca, en la provincia de Córdoba. En el tiroteo que se produjo fue herido el Niño de la Gloria, que poco después murió, y otro miembro de la pandilla, el Reverte, fue hecho prisionero.
Intenta varias veces salir para América con su amante Cocha Fernández desde valencia pero no lo logran. Ella vuelve a la Casilla de Haro, donde vive, y él, con sus hombres, a las tierras de Estepa. El 24 de julio, Conchilla "la del Pernales" da a luz una niña, fruto de sus amores con el bandido, el nacimiento tiene efecto a las dos de la madrugada en el Caserío de la Piña, "El Pernales" decidió por fin escapar y reunirse con su querida Conchilla en Valencia y pide a Conchilla que se vuelva a Valencia con la niña y le espere allí, si no lo hacía ahora luego tal vez fuera demasiado tarde pues toda aquella zona era un auténtico hervidero de guardias civiles. Los dos amantes no volverán a verse más. El Niño de Arahal no quiso abandonarlo y decidió marcharse con él hasta Valencia.
Su muerte
En su camino hacia valencia va haciendo de sus fechorías, a partir del 15 de agosto de aquel año 1.907 es posible seguir día a día las andanzas de los dos bandidos en su camino hacia la muerte; El 17 se presentan en una finca propiedad del marqués de Villalta situada cerca de Jaén; El día 20 aparecen en el cortijo de Riez, preguntan por el administrador, y al decirles que no está allí, marchan sin hacer petición alguna. Han tomado la carretera de Baeza a Jaén; El 21 se dirigen al cortijo de Hilachos; El día 22 en el cortijo de Racena; el día 24 se presenta, junto con "el Niño de Arahal", en la central eléctrica de el día 26 en el cortijo de los Naranjos; Durante los días 27 y 28 de agosto lo dispone todo y piensa por dónde llegar a la capital valenciana con menos riesgo. Lo más urgente es salir de aquella zona sembrada de civiles. Extremando las precauciones, caminan sólo de noche. Durante el día permanecen ocultos. Así atraviesan parte de la provincia de Jaén. El jueves 29 llegan con el alba al sitio conocido por Puente de los Aceiteros, a cuatro kilómetros de las Navas de San Juan, partido de Baeza. Los bandoleros se dirigen a Sierra Morena, en la que penetran por la parte de Cazorla. Después de largo caminar rebasan el pueblo de Segura. El viernes día 30 alcanzan el Calar del Mundo, uno de los picos más elevados. Descienden a continuación y el día 31, último de sus desgraciadas existencias, caen en la parte que, perteneciente a la provincia de Albacete, se denomina sierra de Alcaraz. En aquella bravía naturaleza, en aquellas inmensas soledades pueden, al fin, respirar ancho.
A las nueve de la mañana del sábado 31 de agosto, el guarda forestal Gregorio Romero Henares, retirado de la Guardia Civil, se encontró con los bandidos en las inmediaciones del puerto del Bellotar, al noroeste de Villaverde. Por aquí pasaba una vereda, que por lo alto de la montaña venía de Villarrodrigo, en la provincia de Jaén, y se dirigía hacia Los Picarazos, bajo el pico de La Sarga. Este guarda forestal debió sospechar algo de estos dos hombres que venían tan armados y que, por las ropas que vestían, sabía de otras tierras. Enseguida se dirigió a Villaverde y dio cuenta del encuentro con estos sospechosos al juez municipal, don Miguel Serrano, quien de acuerdo con el alcalde decidió enviar al alguacil Eugenio Rodríguez Campayo para dar aviso al teniente de la Guardia Civil. Este se encontraba en el caserío de El Sequeral, a seis kilómetros al sur de Villaverde, entre la Venta del Tabaquero (cerca de la antigua Resinera de Cotillas) y El Parrizón. El segundo teniente Juan Haro López, jefe de la línea de Alcaraz, cuenta en el informe que realizó al ministro de la Gobernación (lo que hoy sería el ministro del Interior) que informado de la existencia de los dos sospechosos, salió en su busca con el cabo Calixto Villaescusa Hidalgo, el guardia primero Lorenzo Redondo Morcillo, y los guardias segundos Juan Codina Sosa y Andrés Segovia Cuartero. En Villaverde se enteraron que los sospechosos se encontraban en el cortijo del Arroyo del Tejo, donde se detuvieron a comer bajo la sombra de una noguera, aunque sobre esto existen otras versiones. Después de hablar con varias personas ya mayores que han vivido en el cortijo del Arroyo del Tejo, éstas aseguran que sus padres y otros vecinos que vivían allí cuando murió Pernales les habían contado que los bandidos se detuvieron en realidad a comer en La Casica, un pequeño refugio de pastores que hay más arriba del cortijo anterior.Por orden del oficial de la Guardia Civil el cabo Villaescusa y el guardia Segovia se dirigieron por el Prado de la Rosinda hasta El Portillo y desde aquí siguieron el camino que se dirige por Las Morricas hacia el arroyo del Mesegar con dos prácticos (paisanos que conocían la zona). Este camino se divide a su vez en otros dos al llegar al citado arroyo: uno va hacia la derecha hasta el cortijo del Mesegar y otro hacia la izquierda a Riópar pasando bajo la falda del Padroncillo. El teniente se dirigió con los guardias Redondo y Codina hacia el cortijo del Arroyo del Tejo con un práctico, pero los bandidos ya se habían ido. Pernales y el Niño llegaron, según el informe del teniente, hasta 8 pasos de donde estaban apostados el cabo Villaescusa y el guardia Segovia quienes les dieron el alto, a lo que respondieron los bandidos disparando. Este lugar donde murió Pernales es una pequeña elevación de terreno con dos grandes piedras detrás, donde seguramente se ocultaron los guardias. La senda, que todavía hoy se distingue perfectamente, es muy estrecha por lo que Pernales iría delante y detrás el Niño, que así pudo escapar de una nueva descarga, aunque finalmente fue abatido ya que tropezó con el teniente Haro, el guardia Redondo y el guardia Codina, este último al parecer fue quien le alcanzó con un disparo, pues así lo afirmaba el oficial en su informe:“Al referido Pernales le dispararon a la vez el cabo Villaescusa y el guardia Segovia, aunque quizás un poco antes el guardia, sin que se pueda precisar quien lo mató, pues los dos creen haberlo herido. Al Niño de Arahal, puedo asegurar que, en un disparo hecho por el guardia Codina fue cuando se vio caer al bandido...El que debe ser Pernales, por los documentos que se le han ocupado y coincidir las señas facilitadas por la superioridad, aparenta ser de unos veintiocho años, de 1,49 metros de estatura, ancho de espaldas y pecho, algo rubio, quemado por el sol, con pecas, color pálido, ojos grandes y azules, pestañas despobladas y arqueadas hacia arriba; vestido con pantalón, chaqueta corta y chaleco de pana lisa, color pasa...El que aparenta ser el Niño de Arahal es de unos veintiséis años de edad, de 1,61 metros de estatura, de pocas carnes, pelo rubio, barbilampiño, cara afeitada, viste igual que el anterior...”
«INVENTARIO DE LAS CABALLERÍAS, ARMAS, MUNICIONES, DINERO Y EFECTOS OCUPADOS A LOS BANDIDOS "PERNALES" Y "NIÑO DE ARAHAL". Al "Pernales" se le ocupó un macho castaño oscuro, con señales de rozaduras en la cruz, dorso y cinchera, cicatrices en el encuentro derecho; pelos blancos en el costillar del mismo lado, de unos diez años, siete cuartas y cinco dedos, sin hierro. Una escopeta de dos cañones, fuego central de retroceso, mecanismo empavonado, un rótulo dorado en la parte superior y centro de los cañones que dice "Berna", con unos números números y señales en los cañones próximos a la recámara que no son inteligibles; los cañones, de 75 centímetros de longitud, punto de mira de metal blanco, caja de nogal con un rameado en la garganta; cantonera de hierro; portaescopeta de color avellana, con una hebilla y dos botones dorados; canana de correa con dos hileras de cartuchos, 45 de ellos cargados con bala y postas del 12; un revólver sistema Smith, de seis tiros, cargado, y 15 cápsulas que llevaba en la chaqueta, funda color avellana con una correa para ceñirle. Unas tijeras grandes, un anteojo de larga vista, sistema antiguo; un reloj sistema Roskof, con una inscripción en la esfera que dice: "Regulador Patent F.E."; una cadena para el mismo, de metal, dorada, con un colgante redondo, incrustado en cuatro piedras de acero; un canuto de hojadelata encarnada, que contiene mondadientes de menta; un espejo de bolsillo redondo; una espuela de hierro oxidada, con una correa; unas alforjas listadas, grandes, que contienen una bota de vino, un par de calcetines escoceses, un saquito de algodón con hilo, bramante, dos pepinos y varios pedazos de pan; un aparejo redondo con dos ropones y una manta encarnada con estribos y correa; un saco para pienso; un albardón de lana relleno de encañadura; una cincha de cáñamo; un cabezón con bocado sencillo; un morral de pienso; un costal pequeño, estrecho, con unos cuatro celemines de cebada; una cartera de bolsillo, color avellana, de cuatro bolsillos, con tres billetes de cien pesetas, números 487932, 245921, 160471; una carta sin firma y sin importancia; una carta con un sobre que se dirige a doña Carmen Morales González, calle Alcoba, Estepa, participándole a su madre que tiene un hijo más, firmándose Francisco Ríos; otra carta en un sobre, sin dirección, proponiendo a una tal Mariana que asista a una entrevista para llevársela al campo y firmándose José Pernales; un almanaque de bolsillo; una pequeña libreta en blanco; un peine negro; un raspador y una pluma para escribir. Al "Niño de Arahal" se le ocupó una yegua castaña clara, crines entrecortadas, en la tabla izquierda del cuello un hierro que parece una S; rozadura en el cuello izquierdo; pelo blanco por el costillar izquierdo; unas rozaduras en la parte superior del mismo costillar; ligeras rozaduras en la parte superior del costillar derecho; en ambos ijares y parte baja del vientre, señas de castigo con espuelas; en el anca izquierda, otro hierro como el del cuello; cola cortada por la proximidad del Maxle, herrada y cerrada, siete cuartas y dos dedos; una canana con 30 cartuchos con bala, y 19, además, que llevaba en el bolsillo de la chaqueta, metidos en un saquito de tela; un revólver sistema Smith, número 9, cargado con cinco cápsulas vacías; una cadena de reloj, al parecer de plata, con un guardapelo; una navaja de muelles de grandes dimensiones, fabricada en Albacete; una petaca de vaqueta basta color avellana y labores blancas; una fosforera de latón encarnada, destrozada por un proyectil; un peine blanco; una funda de revólver con un cinturón, todo de cuero color avellana, con un botón dorado. El aparejo se compone: una manta de lana blanca de listas; una almohada pequeña blanca; dos pañuelos blancos de hilo sin marcar; una cartera de bolsillo de badana encarnada, con cuatro billetes de cien pesetas cada uno, que no se pueden describir los números porque están manchados de sangre, como igualmente la cartera.Nota.-La escopeta del "Niño de Arahal" la abandonó en la fuga y no se ha encontrado, pero se continúa buscándola. Villaverde, 1 de septiembre de 1.907.El segundo teniente,Juan Haro López.Documento Oficial.» Una vez muertos los bandidos fueron llevados hasta Villaverde donde quedaron expuestos toda la tarde en la plaza a la curiosidad pública. Al día siguiente día 1 de septiembre los cadáveres fueron trasladados en un carro a Alcaraz, donde fueron depositados en el antiguo convento de Santo Domingo. El señor La Cierva les encargó mucho que vieran de conservar los cadáveres, bien embalsamándoles o con hielo. Había que dar tiempo a que acudieran las personas avisadas para la identificación. Lo primero no pudo hacerse por falta de medios. El médico forense, señor Vianoz, sólo pudo aplicar a los cuerpos inyecciones antisépticas después de taponarles boca, nariz y oídos. Allí se les practicó la autopsia y quedaron a la espera de que llegasen las personas que debían identificarles. Fue numeroso el público que acudió al lugar para ver los cadáveres de los bandidos que estaban expuestos encima de unas mesas.El ministro de la Gobernación don Juan de la Cierva no lo podía creer cuando le notificaron la noticia, pues las andanzas del Pernales habían constituido para él y para todo el Gobierno una auténtica pesadilla. Las personas designadas para identificar a los bandidos procedentes de Andalucía llegaron a Alcaraz el lunes día 2 a las siete de la tarde. De estas personas, 5 afirmaron que se trataba de Pernales, aunque 2 dijeron no estar seguros pues según decían no tenía el mechón de pelo que llevaba siempre sobre la frente.La autopsia practicada a los bandidos demostró que Pernales había recibido un disparo en cada ingle rompiéndole la arteria femoral y astillándole el fémur y que el Niño de Arahal había recibido un tiro en el corazón. La muerte de los bandidos se produjo, según esta autopsia entre las dos y las tres de la tarde del citado día 31. La amante de Pernales, Conchilla cuando se enteró de la noticia por los periódicos regresó a su pueblo, El Rubio, donde su hija fue bautizada con el nombre de Juana Isabel Cristina. Más tarde el juez de instrucción de Ecija mandó a once guardias civiles para que fuera detenida no se sabe con qué cargos.
Sus cuerpos están enterrados en el cementerio de Alcaraz, donde nunca le faltan flores
Todavía existe en Alcaraz una leyenda según la cual el espíritu de Pernales sale de vez en cuando de su tumba para robar a las personas más ricas del pueblo.
miércoles, 21 de enero de 2009
Introducción :Cien años sin el Pernales
Desalmado bandido para algunos, víctima del hambre para otros. Se cumplen ahora cien años de la violenta muerte de Francisco de Paula José Ríos González, 'El Pernales', el último bandolero de renombre que cayó abatido por los disparos de la Guardia Civil al sur de la provincia de Albacete. Contaba con 28 años de edad. Aún hoy, en pleno siglo XXI, en su tumba del cementerio de Alcaraz (Albacete) nunca falta un ramo de flores frescas, montaraces y asilvestradas. Como él.'El Pernales' destacó en su corta vida por sacar de quicio a los políticos de la época, presionados por los terratenientes para acabar con el bandolerismo. Ahora, qué cosas, otros políticos, los de la Diputación de Albacete, han decidido recordar su figura con una ruta turística por los pueblos de la Sierra de Alcaraz (los últimos que recorrió en vida) y con la edición especial de 1.500 ejemplares de la revista cultural 'Zahora', la cual le dedica su último número con la publicación de un concienzudo trabajo que firma Antonio Matea, experto en la vida de 'El Pernales'.Los comienzos'El Pernales' vino al mundo un 23 de julio de 1879 en Estepa (Sevilla), cuna de otros ilustres bandoleros como Juan Caballero 'El Lero', o Joaquín Camargo Gómez, apodado 'El Vivillo', por ser demasiado despabilado para su época y condición social. El pequeño Francisco conoció muy pronto las dificultades de su familia para sobrevivir como jornaleros en los cortijos de la comarca a cambio de un salario mísero. Su padre, pequeño ladronzuelo de campos, fue su primer maestro. «En uno de estos robos su padre fue sorprendido por la Benemérita. Uno de los guardias (un tal sargento Padilla) le golpeó en la cabeza y a consecuencia de este golpe poco después moriría. Su hijo Francisco juró entonces vengarse», explica el investigador Antonio Matea.Se inició entonces una carrera delictiva que le llevó por los campos de Sevilla, Córdoba, Málaga y Jaén, hasta que un 31 de agosto de 1907 expiró en el paraje de Las Morricas, en Villaverde de Guadalimar (Albacete). Le acompañaba Antonio Jiménez Rodríguez, 'El Niño del Arahal'.¿Por qué? Un guarda forestal los identificó cerca de Villaverde de Guadalimar y comunicó el hecho a la Benemérita. Luego, el teniente Haro, el cabo Villaescusa y los guardias Redondo, Codina y Segovia pasarían a la historia como los que acabaron a tiros con los últimos bandoleros de «prestigio» del sur de España.Los cadáveres de 'El Pernales' -en su bolsillo portaba una carta en la que comunicaba a su madre que acababa de tener un hijo más- y 'El Niño' fueron trasladados a Bienservida (Albacete); expuestos luego a la vista del público cual 'aviso a navegantes' y, finalmente, sepultados en el cementerio de Alcaraz. Muy bajitoEl informe oficial que redactó el teniente Haro tras abatirlos incluía la mejor descripción realizada hasta la fecha de 'El Pernales': «Aparenta ser de unos veintiocho años, de 1,49 metros, ancho de espaldas y pecho, algo rubio, quemado por el sol, con pecas, color pálido, ojos grandes y azules, pestañas despobladas y arqueadas hacia arriba». Su apodo, 'Pernales', derivado del vocablo 'pedernales', define el duro carácter que mostró a lo largo de su existencia y que su propia fama se encargó de forjar. De él se ha dicho que violaba a mujeres en sus asaltos; que maltrataba a sus compañeras sentimentales y que en más de una ocasión, aturdido por el lloriqueo de sus hijas, llegó a quemarlas con una moneda calentada previamente entre brasas.Sus enfrentamientos con la Guardia Civil fueron numerosos y sus visitas a los calabozos más que frecuentes. A los ricos que asaltaba solía pedirles mil pesetas; a veces repartía parte del botín y algún que otro cigarrillo sustraído entre los más humildes que se cruzaban a su paso y nunca olvidaba una traición. Esto último lo experimentó en sus carnes en 1906 el encargado de un cortijo apodado 'El Macareno', que envenenó con una paella a parte de la banda de 'El Pernales' para cobrar la recompensa que ofrecían las autoridades. Francisco sobrevivió de milagro y tiempo más tarde, ya recuperado, lo buscó para darle una muerte lenta y dolorosa.
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